Sostenibilidad

Certificados textiles y eco-etiquetas que deberíamos conocer para abogar por la sostenibilidad

Hablamos de los certificados textiles y eco-etiquetas de carácter oficial que nos ayudan a consumir en clave sostenible sin volvernos locos en el camino.

Lo sabemos: el greenwashing parece no tener fin y puede ser complicado conocer qué firmas y tejidos son realmente sostenibles. A veces, como consumidores, nos dejamos llevar por los claims que emplean muchas marcas que pueden resultar «fraudulentos» (o que, sencillamente, no dejan clara la información). Como apuntamos en el blogpost «Consumidores contra empresas: quién es el verdadero culpable del problema de la sostenibilidad«, la responsabilidad recae en las compañías, no en los usuarios. Los certificados textiles y eco-etiquetas oficiales son una buena herramienta para saber qué estamos comprando. En talentiam te contamos en qué consisten estos sellos, cómo puedes identificarlos y cuáles son los más populares.

Certificados textiles y eco-etiquetas

Certificados textiles y eco-etiquetas

Primero, nos centramos en hablar sobre los certificados textiles y las eco-etiquetas. En el mercado encontramos tres tipos de certificados: las certificaciones ecológicas, las ambientales y las de responsabilidad social. Los primeros se centran en detallar los procesos de obtención de las fibras y garantizan que se hayan obtenido mediante agricultura ecológica. Los segundos se focalizan en el proceso de fabricación de la ropa y avalan que haya sido respetuoso con el medioambiente. Por último, los certificados de responsabilidad social evalúan que las condiciones laborales y sociales durante el proceso de fabricación de los productos hayan sido justas.

Estos certificados se otorgan tras someter a las empresas a un control estricto por parte de entidades independientes correctamente avaladas. Para obtener esa certificación, las firmas tienen que pasar una serie de trámites y pagar un precio que sube el coste final de los productos. Ahora presentamos varios sellos para que los tengas en mente cuando vayas a añadir a tu armario algún diseño.

Better Cotton Initiative – BCI

Empezamos el repaso con una certificación que avala la producción sostenible de algodón en tres claves: medioambiental, social y económico. BCI defiende las condiciones laborales justas para los trabajadores y controla los químicos utilizados con el fin de respetar los derechos de los trabajadores y el medioambiente.

Cradle to cradle Certified®

Este es un estándar de calidad que evalúa la seguridad de un producto para los seres humanos y el medioambiente, así como su diseño para la reutilización de materiales a través del reciclaje o el compostaje. El fin principal es acabar con el concepto de «residuo» y desarrollar productos para sistemas de circuito cerrado.

Global Recycle Standars

Este sello permite que se pueda verificar el contenido reciclado de los productos. Además, también se tienen en cuenta las prácticas sociales, medioambientales y químicas que se han empleado en la producción.

Naturtextil

Es la norma más estricta que existe actualmente para la certificación textil ecológica. Demanda que el 100% de las fibras utilizadas sean ecológicas certificadas. Al mismo tiempo, también es la más restrictiva en relación con la utilización de sustancias tóxicas.

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Fotografías | Stella McCartney

Sostenibilidad

Siete innovaciones textiles (en clave sostenible) que presenta H&M

De la alternativa al cuero hecha con restos de la producción de vino hasta el algodón originado en un laboratorio que tarda solo 18 días en producirse, estas innovaciones textiles llevan el sello de la Fundación H&M.

Apoyar la sostenibilidad en el sector de la moda tiene muchas caras. Fenómenos como alquilar o reparar la ropa, apostar por la moda de segunda mano o consumir menos están al alza, pero también debemos hacer referencia a las innovaciones textiles. Gigantes como H&M cuentan con expertos en la materia que están en busca y captura de nuevos textiles que respetan el medio ambiente. La Fundación H&M y Fotografiska Stockholm, uno de los museos de fotografía contemporánea más destacados del mundo, han inaugurado la exposición Fotografiska The Changing Room, de la mano del artista visual Tobias Gremmler. Al mismo tiempo, la Fundación H&M ha abierto el espacio de inspiración The Future is Here.

En ducha exposición, que podrá visitarse hasta el próximo 17 de abril, se muestran los avances de los ganadores del Premio al Cambio Global de la Fundación H&M. La «competición» nació en 2015 para acelerar el cambio sostenible del sector de la moda. La Fundación busca innovaciones que estén alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Además, apostar por los cinco bienes comunes globales: biodiversidad, clima, tierra, océano y agua.

A lo largo de las siete ediciones de este certamen, se han presentado varias novedades que H&M ya ha aplicado en sus diseños. Primero, el Incredible Cotton, de Galy, un algodón originado en un laboratorio que tarda solo 18 días en producirse. ¿La mejor parte? Necesita menos de agua y produce menos emisiones de gases que el algodón cultivado. Por otro lado, el Airwear, de la empresa francesa Fair Fabrics, una fibra sintética que nace de los gases de efecto invernadero que se convierten en poliéster sostenible, empleando solo aire.

Saltamos al Circular Systems, que transforma los residuos de la industria alimentaria en fibras naturales. Asimismo, el Cotton Power Powder es un polvo de celulosa de algodón que se puede plantar con plantas de algodón para reducir la cantidad de agua que necesitan. El Vegea, del que ya hemos hablado, una alternativa al cuero hecha con restos de la producción de vino. Además, el Algaeing utiliza algas para crear textiles y tintes renovables y biodegradables.

 

Por último, la innovación más novedosa es la Green Machine, una tecnología para reciclar textiles mezclado. Es resultado de la colaboración de la Fundación H&M con el KRITA de Hong Kong. La tecnología que fomenta es única, ya que no daña las fibras de poliéster y, por lo tanto, mantiene su calidad. Únicamente utiliza agua, calor y productos químicos ecológicos biodegradables.

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Fotografías | H&M

 

Sostenibilidad

España aprueba la Ley de Residuos: se prohíbe la destrucción de stocks

Hablamos de la Ley de residuos y Suelos Contaminados: una medida que elimina la destrucción de excedentes y obliga a establecer sistemas separados de recogida de residuos textiles antes de 2025.

Hace apenas unos días hacíamos referencia a un interesante tema que planteaba la periodista Leticia García en SModa: «por qué el problema de la sostenibilidad no es culpa del consumidor». En el artículo leíamos que, en muchas ocasiones, se centra la atención en las prácticas «no sostenibles» de los compradores, cuando en realidad gran culpa recae en las compañías. Para frenar las conductas poco responsables de las empresas españolas, el Congreso de los Diputados ha aprobado hoy el Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados. ¿En qué cosiste esta norma? En talentiam analizamos esta ley y vemos cómo afectará a la sostenibilidad en el mundo de la moda.

Proyecto de Ley de Residuos y Sueños Contaminados, los puntos clave

Cuando hablamos de leyes pueden aparecer palabras complejas o términos difíciles de comprender, pero en este caso la esencia es sencilla. El Proyecto de Ley de Residuos y Sueños Contaminados obliga a establecer sistemas separados de recogida de residuos textiles antes de 2025 y prohíbe la destrucción de excedentes. De este modo, las entidades locales deberán establecer sistemas de recogida separada para los residuos textiles antes del 31 de diciembre de 2024. Una noticia que publica modaes.es.

Además, la nueva ley dicta que “queda prohibida la destrucción de excedentes no vendidos de productos no perecederos tales como textiles, juguetes, aparatos eléctricos, entre otros”. Esta práctica fomenta la economía circular y el hecho de dar una nueva vida a los bienes materiales, dado que los excedentes deberán destinarse primero a canales de reutilización, como la donación, y “cuando esto no sea posible, a la preparación para la reutilización”.

A todo esto le sumamos que en 2025 se aumentará la preparación para la reutilización y el reciclado de residuos municipales hasta un mínimo del 55% en peso. “Al menos un 5% corresponderá a la preparación para la reutilización, fundamentalmente de residuos textiles”, detalla la ley. Para 2035, la cuota llegará al 65% en peso, con al menos un 15% correspondiente a la preparación para la reutilización.

Un punto que preocupa en especial es la aplicación en las grandes empresas, ya que «en un plazo máximo de tres años desde la entrada en vigor de la Ley de Residuos deberán desarrollarse regímenes de responsabilidad ampliada del productor para los textiles, los muebles y enseres y los plásticos de uso agrario no envases, lo que delimitará hasta qué punto los retailers son responsables de sus residuos y si lo son, por ejemplo, una vez la ropa haya abandonado la tienda».

Por último, hacemos referencia al uso de plástico. «La ley también recoge limitaciones a los plásticos de un solo uso, fija objetivos más ambiciosos para la reutilización y reciclado de residuos municipales e incorpora un impuesto al vertido y a la incineración para reducir al máximo estos tratamientos y apostar por la prevención, la reutilización y el reciclado».

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Sostenibilidad

Consumidores contra empresas: quién es el verdadero culpable del problema de la sostenibilidad

Leticia García habla en SModa sobre «por qué el problema de la sostenibilidad no es culpa del consumidor» y en talentiam nos hacemos eco de este artículo que pone en foco en las compañías y sus conductas poco éticas.

Parece que el tiempo, los titulares y la presión por proteger el medio ambiente han dado a entender que los consumidores son los responsables del problema de la sostenibilidad. «Consumir menos y mejor» es un consejo que se ha dado sin parar y que ha calado hondo, pero ¿qué hay del daño que ejercen las empresas y las grandes multinacionales? La periodista Leticia García presenta un interesante análisis en SModa que nos ha llamado especialmente la atención. Un artículo que aleja a «los compradores como causa y consecuencia de casi todos los problemas» y que pone en foco en las compañías y en su responsabilidad social.

problema de la sostenibilidad

El problema: las compañías y sus conductas poco éticas

García empieza su atractivo discurso hablando sobre Elizabeth Cline, una periodista de moda que «se pasó más de una década clamando en favor de un consumo ético y responsable», fenómeno que la pandemia ha cambiado. Cline explica en El ocaso del consumidor ético que un buen día «se dio cuenta de que sus decisiones de compra no eran la solución, es más, eran parte del conflicto».

En su artículo detalla que «el consumidor ético cree que somos nosotros los que causamos el problema dándole al mercado pistas de que necesitamos productos poco sostenibles, como si la crisis climática, la desigualdad provocada por el racismo o la mano de obra explotada fueran el resultado de no comprar en las tiendas correctas. Qué conveniente es esta idea para las compañías que aparecen en las listas de Fortune y que son las que realmente causan estos problemas». Así, plantea el principal punto a debatir, ¿son los consumidores o las empresas los causantes de este dilema?

García apunta que la pandemia nos ha hecho «más conscientes que nunca de los peligros que acarrea malgastar, no reciclar o consumir por encima de nuestras posibilidades», pero Celine defiende que «el problema real es otro, y mucho más complejo». De este modo, leemos que «la ecoculpa, como llaman algunos sociólogos a este fenómeno que genera ansiedad en el individuo por no ser el consumidor éticamente perfecto, es un concepto tan perverso como el sistema de creencias que lo ha acuñado. No, la culpa no es solo del que compra fast fashion o del que se carga de bolsas en las rebajas, es de las compañías que han refrendado un discurso de consumo voraz, de las empresas que explotan a sus trabajadores para que eso suceda y, en última instancia, de un sistema que legitima dichas prácticas ocultando su responsabilidad en acusaciones a un individuo al que, prácticamente, le obligan a comprar mucho y comprar peor».

¿Comprar «menos y mejor» es la solución?

Hay ocasiones en que se recomienda comprar menos y a un precio más alto (dando por hecho que los bienes caros son más respetuosos con lo que nos rodea). Ante estas palabras, Leticia responde que «hay una verdad incontestable: si una camiseta cuesta tres, cinco o diez euros, es porque algo no funciona como debería en su fabricación. Entre ambos extremos, está el cliente al que se le culpa de comprarla, sin tener en cuenta su poder adquisitivo». Añade que «consumir muy pocas prendas longevas de calidad no es una idea realista para muchos bolsillos».

Además, suma una interesante reflexión: «Instamos a tener un pequeño puñado de prendas cuidadosamente escogidas, pero criticamos a quien siempre lleva la misma ropa porque, en definitiva, todos hemos sido educados en el mismo modelo de consumo, la diferencia es que algunos privilegiados pueden abstraerse de él y verlo (y rechazarlo) con perspectiva».

La desinformación: clave para confundir al comprador

La periodista habla de otro de los puntos fuertes: la desinformación, de la cual es culpado el consumidor. «En parte es cierto, el problema es que, una vez más, él y solo él parece tener la responsabilidad de informarse. Y de hacerlo, además, en un entorno en el que la mayoría de las marcas no son claras sobre cómo, dónde y por quién están hechos sus productos. El llamado greenwashing (lavado de cara para parecer más ecológico) está a la orden del día, sobre todo tras la pandemia: mientras muchas marcas hablaban de tejidos reciclados o prendas cuya confección requieren menos agua, los trabajadores del sudeste asiático denunciaban que morían de hambre porque ciertos gigantes textiles habían cancelado sus pedidos».

El final de artículo es la esencia de esta cuestión. «No, no se trata solo de comprar menos y comprar mejor: se trata de mirar a los verdaderos culpables y de regular, instituciones mediante, ciertas dinámicas. De educar en otro modelo de consumo sin esperar que el cambio llegue del final de la cadena. De subir salarios, hacer auditorías y legislar la sobreproducción. Lo demás es solo poner un parche en la herida».

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Sostenibilidad

Las pieles sintéticas se imponen: por qué favorecen (o no) al medio ambiente

Piel sintética vs piel natural: ¿cuál es el mejor para nuestro entorno? Intentamos dar respuesta con datos a esta compleja pregunta.

Adiós a las pieles animales. El mundo de la moda mira hacia el futuro mediante diversos caminos. Abogar por los derechos de los trabajadores a nivel internacional, apoyar el arreglo de las prendas para darles una nueva vida o controlar al detalle todos los pasos de la producción son tres claros ejemplos de este fenómeno. Pero, ¿qué hay del uso de pieles animales? Muchas firmas se han sumado al movimiento fur free. Esta tendencia deja a un lado el uso de pieles animales para dar paso a variantes sintéticas. Eso sí, aquí aparecen varias dudas. ¿Es realmente favorable para el medio ambiente el uso de estas alternativas? Ya que, recordamos, el plástico está presente en este proceso. Aunque la respuesta parezca fácil, en talentiam analizamos este caso y presentamos pruebas que refuerzan el empleo de pieles sintéticas. 

Piel sintética vs piel natural: ¿cuál es el mejor para nuestro entorno?

E aquí una pregunta compleja que la industria de la moda se esfuerza en resolver. En Luxiders descubrimos un interesante estudio que arroja luz donde hay sombras. El artículo da inicio con dos sentencias (extraídas de medios de primer nivel) que pueden parecer ciertas: «La piel sintética está hecha de plástico y no ayuda al medio ambiente» y «La piel mata animales, la piel sintética mata el medio ambiente». La lucha de dos titanes. Eso sí, Luxiders va un paso más allá y expone de qué materiales están confeccionados la mayoría de abrigos sintéticos del mercado: «La fórmula es la misma cada vez; una mezcla de materiales sintéticos. Los dos más notables son las dos formas de acrílico (acrílico y modacrílico) y poliéster, ambos materiales requieren mucha energía y recursos para crearse, pueden hacer que se liberen fibras tóxicas cuando se lavan y no son biodegradables». Entonces, ¿no son tejidos tan limpios como parece?

Seguimos leyendo: «En 2010, la organización independiente de investigación y consultoría, CE Delft, ejecutó una comparación entre la producción de 1 kg de piel de visón y 1 kg de su contraparte falsa. Descubrieron que “en comparación con los textiles [lana, poliéster, tejido de poliacrílico y algodón], la piel tiene un mayor impacto por kg en 17 de las 18 categorías ambientales, incluido el cambio climático, la eutrofización y las emisiones tóxicas […] El informe detalla que el alto impacto medioambiental de la piel de visón «se debe tanto al pienso como a las emisiones de N2O del estiércol de visón». El debate está servido, ya que «parece que no estamos eligiendo entre dos males».

La posible solución: las pieles sintéticas bio

«La piel sintética puede verse como un material de transición: detiene el daño a los animales, pero aún promueve el uso de materiales dañinos, por lo que mejora las cosas, pero aún queda trabajo por hacer para encontrar una piel verdaderamente sostenible», comentan en el medio citado. Una opción muy viable es la siguiente tiene nombre propio: Ecopel. «Cuya misión es crear piel sintética a base de plantas y no de plástico. Su última creación, en asociación con DuPont Biomaterials, KOBA, es el primer abrigo de piel sintética de base biológica. Este abrigo fue presentado por la modelo Natalia Vodianova en el desfile Verano 2020 de Stella McCartney y ganó el Premio a la Innovación en los Premios de Moda PETA en 2019. Está creado con poliéster reciclado y hasta 100% fibra de polímero de homofilamento Sorona, con un 37% de origen vegetal Material Sorona, esta capa utiliza un 30% menos de energía y produce un 63% menos de gases de efecto invernadero que los sintéticos».

Por el momento, queda mucho por investigar. En talentiam damos alas a todas las creaciones que tengan el sello «bio» y que aboguen por el bienestar de nuestro planeta.

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Fotografías | Stella McCartney